Liliana Cardona Marín Un antiguo saber propio de los tiempos de la esclavitud y la encomienda, subio por los ríos Naya y Micay desde el Cauc...
Liliana Cardona Marín
Un antiguo saber propio de los tiempos de la esclavitud y la encomienda, subio por los ríos Naya y Micay desde el Cauca para quedarse en las poblaciones del Pacífico. Las bebidas fermentadas de los indígenas encontraron su par en otra preparación que traían los negros desde África.
La tradición pasó de generación en generación y familias enteras herederas de la receta la preparan en Santa Cecilia, Pueblo Rico y es así como en el presente, el Viche, (como es más común su escritura), se populariza la bebida en las celebraciones de los pereiranos. Va más de año y medio desde su declaratoria como Patrimonio, pero las personas que devengan parte de su sustento de la elaboración de este licor, todavía encuentran trabas para agilizar los trámites ante el Invima.
Se pone entonces a fermentar la panela, cada día hay que revolver y revisar, cuando ya no tenga espuma está lista para el proceso de destilación artesanal, este consiste en cocinar a altas temperaturas y luego enfriar el vapor. “Son más de 10 años que nuestra familia destila Viche, aparte del aguardiente de 40 grados que sale en estado puro, ahora estamos en la elaboración de un licor de 30 grados de alcohol en el que llevamos más de 10 meses de investigación con mezcla de cítricos para darle el punto de sabor y que las personas no hagan caras, sino que sea agradable al paladar”, explica David.
Con este destilado hay fuente de ingresos para cinco personas, quienes conservan todavía más la tradición, porque todo el proceso se hace en leña, cuentan con permiso de la Carder, para la obtención de la madera. En ollas de las llamadas ‘Indios’, se pone a cocinar cuatro ollas por la mañana y cuatro por la tarde. Después de destilado se deja dos días más con el cítrico y gotas de miel de abejas y después sí se empieza a envasar. “A la gente lo que le gusta mucho es que no tiene ningún componente químico y que no solo es para la fiesta, sino para la salud”, dijo David Moreno.
El origen del nombre proviene de las lenguas Bantúes del oriente africano, que denominaban esta bebida como bichi o bichí, estos nombres significaban verde o crudo.
Un antiguo saber propio de los tiempos de la esclavitud y la encomienda, subio por los ríos Naya y Micay desde el Cauca para quedarse en las poblaciones del Pacífico. Las bebidas fermentadas de los indígenas encontraron su par en otra preparación que traían los negros desde África.
La tradición pasó de generación en generación y familias enteras herederas de la receta la preparan en Santa Cecilia, Pueblo Rico y es así como en el presente, el Viche, (como es más común su escritura), se populariza la bebida en las celebraciones de los pereiranos. Va más de año y medio desde su declaratoria como Patrimonio, pero las personas que devengan parte de su sustento de la elaboración de este licor, todavía encuentran trabas para agilizar los trámites ante el Invima.
El Viche de don Chucho
“Si usted quiere que el día le rinda para sacar el Viche, hay que empezar a las 3:30 de la mañana, porque es mucho el trabajo”, cuenta David Moreno Palacio, el hijo de don Jesús María Moreno Ayala, el conocedor de la receta. Los Moreno lo preparan con panela, en cada caneca de mil litros de agua agregan siete pacas (cada paca tiene 24 atados). Hay semanas en las que tienen buen pedido y sacan hasta 36 galones de Viche.Se pone entonces a fermentar la panela, cada día hay que revolver y revisar, cuando ya no tenga espuma está lista para el proceso de destilación artesanal, este consiste en cocinar a altas temperaturas y luego enfriar el vapor. “Son más de 10 años que nuestra familia destila Viche, aparte del aguardiente de 40 grados que sale en estado puro, ahora estamos en la elaboración de un licor de 30 grados de alcohol en el que llevamos más de 10 meses de investigación con mezcla de cítricos para darle el punto de sabor y que las personas no hagan caras, sino que sea agradable al paladar”, explica David.
Con este destilado hay fuente de ingresos para cinco personas, quienes conservan todavía más la tradición, porque todo el proceso se hace en leña, cuentan con permiso de la Carder, para la obtención de la madera. En ollas de las llamadas ‘Indios’, se pone a cocinar cuatro ollas por la mañana y cuatro por la tarde. Después de destilado se deja dos días más con el cítrico y gotas de miel de abejas y después sí se empieza a envasar. “A la gente lo que le gusta mucho es que no tiene ningún componente químico y que no solo es para la fiesta, sino para la salud”, dijo David Moreno.
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